- ¿Pastillas para olvidar?
- Sí.
- Quiero dos cajas.
- Aquí tiene. El precio son todos sus recuerdos.
- Ok. ¿Tiene algo para pegar los trocitos en los que se me ha roto el alma?
- No, lo siento.
- Bueno. Solo quiero algo más.
- Dígame.
- ¿Me regala un abrazo?
- ... claro.
- Gracias. Quédese con las pastillas, ya no las quiero.
- ...
Quizá haya cosas que merezca la pena no olvidar.
miércoles, 28 de octubre de 2009
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